viernes, 9 de abril de 2010

La vela de San Antonio


Estimado Hank:

Esto ha acabado. Estamos en el tiempo de descuento. Nuestro trabajo está puesto encima de la mesa. Nos gustaria hacer más, pero es imposible. Sé que estaríais hasta el día antes del Mundial apoyando esta causa como hasta ahora. No hace falta. Habéis corrido la banda como campeones. Os han entrado a la espinilla, pero os zafáis con elegancia. A lo Zinedine Zidane.
Vuestro centro es milimétrico. Certero y estoy solo. Únicamente queda empujarla hasta el fondo de las mallas. Es mi ocasión y no quiero desaprovecharla. La vela a San Antonio que han encendido por mí provoca que confíe aún más en mi habilidad en el remate.
Es el momento. Los focos me ciegan de manera desagradable. Da igual, las oportunidades erradas no coronan a los arietes. Meto el pie con decisión. Acaricio el esférico y veo como la multitud se levanta. ¡GOOOOOLLLLL!. No me lo creo. Levito.
El público me jalea. Me relamo y lanzo besos cariñosos y tiernos al respetable. Su apoyo merece eso y mucho más. Se han vaciado. Vuelven a casa derrengados pero, puede, que con la victoria de su equipo en el zurrón de la satisfacciones.
He metido pocos goles y, éste, por su importancia, deja un sabor a caramelo. Una golosina que sin la ayuda de la hinchada jamás hubiera podido probar. Grazie mile.

Alea jacta est!

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